miércoles, 11 de octubre de 2017

«Es más fácil enrabietarse con nuestros hermanos catalanes que defender nuestra democracia» El verdadero desafío independentista


En España el verdadero desafío independentista no se vive en Catalunya, quienes se independizan de la sociedad son los patrimonios y las grandes fortunas. Esta libertad de unos pocos de acaparar lo que produce la sociedad, es una libertad que el PP defiende ferozmente. Una libertad, que primero Hegel y luego Marx, recuerdan que cuando se habla de ella siempre “es preciso fijarse bien en si no serán propiamente intereses privados aquello de lo que se habla.” ¿Puede la libertad, un bien defendido por cualquiera, tener, bajo ciertos usos nefastos, rasgos anti-democráticos? ¿Una libertad sin horizonte colectivo liberal-conservadora que observa en la política una tentación animalesca y salvaje? Cuando se trata de la gente, la manera que tiene el Gobierno de afrontar los problemas laborales y económicos es la misma que tiene a la hora de afrontar los problemas territoriales: chapucera, inútil, autoritaria y cutre.
Se independizan de las condiciones de trabajo convirtiendo al mercado laboral y el centro de trabajo en un espacio aun menos democrático. Suele hablarse de los contratos  indefinidos y los temporales, dando por sentado que su significado y contenido permanece estático y no varía. Sin embargo, lo cierto es que sí cambia y lo que antes significaba una cosa, hoy significa otra distinta aunque lleve el mismo nombre. La rebaja de los días de indemnización por año gracias a las reformas laborales, provoca una mayor indefinición, pero del futuro. Por su parte, según el informe del Consejo Económico y Social de España, los trabajos temporales son cada vez más temporales y desde 2007 su duración media acumula una reducción de 28 días. Casi el 30% de los contratos temporales firmados en 2016 duró una semana o menos. Teniendo en cuenta que los contratos temporales representan el 91% de todos los contratos firmados en 2016, nos podemos hacer una idea de la debilidad estructural de nuestro mercado laboral como consecuencia de un modelo productivo obsoleto.
Los autónomos no lo tienen mejor. Un estudio de Eurofound, centrado en la pobreza laboral de los trabajadores europeos, corrobora lo que ya todos sabemos y conocemos de primera mano en España, que la precariedad, la alta rotación, el autoempleo, y las jornadas parciales involuntarias, aumentan el riesgo de pobreza. El estudio concluye afirmando que “constantemente se demuestra un fuerte vínculo entre autoempleo y pobreza laboral”. España, con tres millones de autónomos y con más de la mitad de las empresas que no cuentan con ningún empleado, está más de dos puntos por encima de la media de la UE.
Recientemente, nos hemos enterado de que la gran mayoría del dinero que pusimos los españoles para salvar al sistema financiero de sí mismo no se va a recuperar, pero no es que se esfume el dinero o que desaparezca, simplemente se lo quedan los bancos. Por otro lado no todos pierden, es cierto que algunos se recuperan más que otros. La estadística del impuesto del patrimonio que publica la Agencia Tributaria indica, para datos de 2015, que el número de personas que acumula un patrimonio superior a los 30 millones de euros ha crecido hasta las 549. En 2007 la cifra era de 233 personas. A esto tenemos que añadir el beneficio que supone para estos grandes patrimonios una fiscalidad como la que aplica el PP de Cifuentes en Madrid, que les bonifica al 100%. De todos estos, 350 viven en Madrid, lo que significa que cada uno de ellos deja de aportar unos 600.000 euros al año, provocando el agujero en las arcas públicas; un dinero que bien podría invertirse en transporte, educación o sanidad pública.
Estos dos aspectos, la fiscalidad conservadora que beneficia a los más privilegiados y la (des)composición de un mercado laboral precario y fragmentado, responden al mismo modelo de país. Este es el verdadero desafío independentista al que nos enfrentamos, el del capital y el patrimonio con los impuestos y nuestros derechos gracias, principalmente, al Partido Popular. Nada ha hecho tanto daño a nuestra sociedad como la cultura de aversión al conflicto. Así, resignados, resulta mejor bajar impuestos que subir salarios, así obedientes, resulta más fácil enrabietarse con nuestros hermanos catalanes que defender nuestras condiciones de vida, nuestra democracia. Me niego a aceptar esa condición servil. Decidir siempre es bueno, ojalá que en lugar de negar el derecho democrático lo defendiéramos como propio, hay muchas cosas que deberíamos poder decidir.
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OTRA COSA:  El mayor acto de desobediencia de los últimos 30 años 




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