lunes, 2 de octubre de 2017

Cada vez más urgente es pensar sobre el modelo económico, de Fernando Broncano R

Fernando Broncano R ·  30/9/2017
La huelga de pilotos de Avianca nos obliga a suspender el seminario en la Nacional de Bogotá y a mí a tener que estar aquí el 1-O (me había hecho la ilusión de escaparme). Pero juro ante quien sea que me voy a olvidar de este país imaginario en el que nos estamos empeñando en vivir. Dejemos por un tiempo el modelo de estado. Cada vez más urgente es pensar sobre el modelo económico: una economía que no está basada en la innovación (sobre todo para hacerla sostenible: tres huracanes de escala 5 en un mes; la península sin agua (el agua... por esto si van a pelearse las comunidades en pocos años). Los únicos inventos reseñables de los últimos años han sido el envoltorio de cartón de Amazon y el software de AirBnB, así que vaya innovación. Conversión de todos en empresarios de sí mismos (pero unas cuantas empresas lo son de todos los demás). El centro de la península desertizado: pueblos sin niños. El modelo educativo: pequeñas empresas proveedoras de aulas y adiestramiento estandarizado, cada vez más a precios de mercado, cada vez más autoritarias; universidades gerenciales; desmontaje de los sistemas de investigación, que se han vuelto similares al fútbol: tres equipos buenos, una liga aburrida con veinticuatro extranjeros millonarios detrás de una pelota (la publicación). El modelo cultural: el país convertido en un parque temático; cultura del "somos modernos, innovadores, tenemos un IPhone"; la educación musical, literaria, dramatúrgica, plástica, reflexiva, ... abandonada (ya tendrán tiempo de formarse cuando se jubilen). El modelo de asistencia social en ruinas: la exclusión social como horizonte para un cuarto de la población; un sistema sanitario dual, de ricos y pobres.
La izquierda ensimismada en su "qué buenos somos, los más coherentes y radicales" "agrupémonos todos en la lucha final" (no se ha dado cuenta aún hasta qué punto sera final)
En fin, volvamos a la realidad.
Aquí los únicos que parecen haber ganado algo son las empresas textiles vendiendo tela de banderas.



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