Desde que las cápsulas de café entraron en nuestras casas hemos cambiado el hábito de consumo de un producto, el café, de comprarlo en paquetes de 300 gramos o medio kilo hemos pasado a comprarlo en paquetes de monodosis, de apenas unos siete gramos cada unidad. Ahora pagamos en torno de 50 euros por un kilo de café, más dependiendo de la marca.
El café que nos hacemos de manera instantánea estará más de 100 años en el medioambiente
Con las cápsulas de café, en menos de un minuto, tenemos un café cremoso en la medida justa para consumir. Un invento que ha revolucionado el mercado de este producto. Un invento cuyo creador, John Sylvan, ha reconocido que se arrepiente de haber creado por su impacto en el medioambiente. Porque el café que nos hacemos de manera instantánea estará más de 100 años en el medio ambiente.
Según Nielsen, el año pasado, sólo en supermercados de España, se vendieron 9.395 toneladas de café en cápsulas, un 9,8% más que en 2015. Se estima que cada minuto se producen 39.000 cápsulas de café en el mundo. Entre 13.500 y 29.000 de estas cápsulas son tiradas a la basura, lo que significa 20 mil millones de cápsulas de aluminio o plástico cada año. Con ellas se podría dar la vuelta al mundo 14 veces. Son datos de Halo, una marca de café que ha desarrollado cápsulas biodegradables.

¿Por qué no se reciclan las cápsulas de café?

Muchos de los que consumimos este café pensamos, por el material, que debemos meterlo en el contenedor amarillo, pero no, en España no se reciclan en los cubos amarillo. Elena López, portavoz de Ecoembes, explica que en sus plantas de procesamiento las cápsulas no se reciclan, porque no son envases: “Por la forma y los materiales, de plástico y aluminio, todo el mundo piensa que deben ir al contenedor amarillo, pero en realidad el problema que hay con las cápsulas de café es que el producto no se puede separar del envase. Es indivisible y eso es lo que le diferencia de un envase. Y por ley no es reciclable”.
Sólo el 10% de los consumidores recicla su cápsulas en puntos adecuados
Pero este no es todo el problema, tampoco separar en casa manualmente el café usado de la cápsula ayudaría a su procesamiento, porque, según explica López, las plantas no están preparadas para poder reciclarlo. “Las tecnologías de recuperación no están pensadas para lo que no es envase y, por lo tanto, no se recuperan. Es cierto que las máquinas están en constante evolución, pero ahora mismo no pueden recuperarse”, añade.
La recomendación desde Ecoembes es que las cápsulas se entreguen en los puntos de recogida que han creado las propias marcas, porque todas las cápsulas que tiramos al contenedor amarillo terminan en los vertederos como basura corriente, sin procesar ni reciclar. Desde Ecoembes no pueden precisar cuántas cápsulas reciben, porque las máquinas de procesamiento separan todo aquello que no se puede reciclar como un conjunto.
Nestlé, empresa productora de Nespresso y Dolce Gusto, ha empezado a tomar medidas y ya ha creado 1.404 puntos de recogida de cápsulas en toda España, con los que la empresa estima que alcanza hasta 15 millones de habitantes en, de momento, diez comunidades. La multinacional no distingue entre sus marcas y las de la competencia, recoge todas. Según un estudio de la OCU de hace tres años, sólo el 10% de los consumidores recicla su cápsulas en puntos adecuados.
El sistema no funciona, sólo reciclamos el 16% de los desechos
Este programa de Nestlé, que se inició en 2011, “responde a lo que se conoce como responsabilidad ampliada del productor”, explica Julio Barea, de la organización ecologista Greenpeace. “El productor tiene dos opciones: o paga a Ecoembes, que no puede reciclarlo porque por ley no está considerado un envase, o recoge sus cápsulas, lo que pasa es que sólo lo está haciendo Nestlé y eso no parece una solución. El problema es que el sistema no funciona, sólo reciclamos el 16% de los desechos y esto es culpa del sistema de reciclaje actual”, explica Barea.
La solución por la que apuestan los ecologistas es por la de poner en valor los desechos. “Si -pongamos- cada cápsula tiene un valor de reciclaje de 20 céntimos de euro, el retorno aumentaría casi al 100% porque si tú no quieres recuperar dos euros por 20 cápsulas habrá quien las quiera retornar por ti. Mientras no exista ese sistema, nosotros desaconsejamos el uso de cápsulas”, concluye.
Al coste medioambiental de la cápsula hay que añadir el incremento de envoltorios, cuando antes para distribuir un kilo de café bastaban dos o tres envoltorios esa cifra se ha multiplicado por diez en cartón o plástico. A esto hay que añadir todos los pequeños electrodomésticos que han surgido alrededor del mercado de las cápsulas y que, como es costumbre en la industria, tienen su obsolescencia programada y en cuestión de pocos años deberán encaminarse al punto limpio. Un buen momento para pensarse una forma de café menos dañina con el medio ambiente o si recuperar la vieja cafetera italiana; barata, ecológica y vintage. “What else?”, y qué más, que diría George Clooney.
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