lunes, 21 de noviembre de 2016

ENTREVISTA | Andrés Rábago, EL ROTO: "Más que una crisis, estamos ante una voladura controlada del sistema"

Es útil que las mentes sean frágiles, que sean fácilmente manipulables y eso lo da mucho mejor ese tipo de lectura, rápidamente cambiante, que otro tipo de lectura que va construyendo edificios mentales mucho más sólidos. Esto no es casual. No es que sea un cambio tecnológico el que ha llevado a esto, sino que se aprovecha ese cambio tecnológico para llevarlo en la dirección más acorde con los intereses de los grandes poderes.
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Hacemos un recorrido por la trayectoria del dibujante satírico Andrés Rábago, una de las figuras clave del humor gráfico español del último medio siglo
"Más que concienciar, lo que busco es clarificar o ayudar a dar a luz lo que está ahí. Hago un trabajo un poco de partera", explica El Roto sobre su obra


El Roto Encabezado
Andrés Rábago durante un momento de la entrevista. | REVISTA AMBERES
Andrés Rábago (Madrid, 1947) es El Roto, aunque antes fue OPS. Bajo estas dos firmas lleva más de cuatro décadas poniendo imagen al inconsciente colectivo español a través de sus viñetas. Hoy publica en El País, como antes lo hizo en Hermano Lobo, La Codorniz, Madriz, El Independiente o Diario16. Rehúye la etiqueta «humorista», prefiere referirse a sí mismo como «dibujante satírico». Al tiempo que el dibujo y bajo la firma A. Rábago ha desarrollado una obra pictórica que, si bien menos conocida, resulta tan magnética e inquietante como sus viñetas. En su haber cuenta con varios reconocimientos, entre los que destaca el Premio Nacional de Ilustración en 2012. Ha publicado una veintena de libros con sus trabajos, como los recientes Viñetas para una crisis (2011), Camarón que se duerme (se lo lleva la corriente de opinión) (2011), El libro verde (2014) o Desescombro (2016).
Nos citamos en Valle de Cabuérniga, en Cantabria, un entorno apacible que invita a la reflexión, marco inmejorable para hacer un recorrido por la trayectoria de una de las figuras clave del humor gráfico español del último medio siglo.
Mientras preparábamos la entrevista, no dejábamos de pensar en la figura de los heterónimos de Pessoa a propósito de los tres nombres con los que usted firma su obra, esto es, OPS, El Roto y A. Rábago. ¿Cómo los concibe y qué relación hay entre ellos? Porque hay un momento en el que OPS y El Roto incluso conviven…
La desaparición de OPS tiene que ver con razones históricas: el contexto social y político había cambiado y el lenguaje que corresponde a OPS ya no resultaba útil. La utilidad de todos mis trabajos es esencial para mí; los concibo como un tipo de servicio que puede traducirse en cierta influencia. Creo que, en un momento determinado, al cambiar la sociedad, OPS pierde sentido; pertenece al tardofranquismo, una época en la que el silencio se imponía de muchas maneras. De hecho, una obra de aquella época, un cortometraje, se titulaba La edad del silencio. OPS practicaba un lenguaje mudo y nunca quise ensuciar ese vehículo con el recurso al texto. Entonces, digamos que fue de forma casi natural, orgánica, el desarrollo de nuevas formas de expresión y lenguajes que iban aproximándose a lo que yo quería hacer. De hecho, aunque parece que pasó desapercibido, El Roto ya estaba en la época de OPS, con dibujos en la revista Hermano Lobo, si bien éste era el actor principal. Aunque OPS dejó muchos blocs de ideas sin realizar, creo que podría haber tenido algo más de trayectoria en un terreno entre poético e ilustrativo, pero yo percibía que necesitaba otro vehículo que me llevase más adelante en el tiempo.
Rábago, por su parte, está desde el principio, pero era una fase de aprendizaje lento y tortuoso, porque dibujar y pintar son dos cosas que no he nacido sabiendo, sino que he tenido que ir aprendiéndolas poco a poco y con bastante esfuerzo. Durante los primeros tiempos, el trabajo de Rábago estaba centrado en aprender a pintar, si bien ya intuía un territorio potencial, pero aún no lo tenía claro. Así, el dibujo y la pintura, que diría que ha sido mi primera afición, están unidas desde el principio. Incluso más, hasta mucho más tarde no tuve en el dibujo referentes importantes, dado que mi fuente de inspiración la encontraba en los grandes maestros de la pintura.

¿Cómo se introduce en el mundo de la ilustración? ¿Qué nutre el imaginario de un muchacho de entonces?
Curiosamente, en mi casa siempre ha habido libros de arte, por lo que siempre he sido más visual que lector y desde niño he tenido en mis manos libros de arte que creo que fomentaron mi afición. Por otro lado, no cabe duda, casi todos los dibujantes, como casi todo el mundo, han tenido papeles y realizado dibujos desde muy pequeños, sólo que algunos decidimos proseguir con ello después. Creo que la voluntad de dibujo es innata en el ser humano. Entonces, el nutriente principal de esa época eran los libros de arte. Además, me recuerdo desde niño haciendo dibujos tipo chistes. El primer libro que cayó en mis manos y que fecundó esa línea fue uno de [Joaquín] Xaudaró, donde vi por primera vez dibujos de humor. Eso fue lo que encendió la mecha, pero la mecha ya estaba ahí. De alguna manera creo que todos seguimos una línea trazada, que indica aquello que venimos hacer, y que podemos hacer o no hacer -depende de muchos factores-, pero en mi caso lo he podido llevar a cabo por razones que ni yo mismo comprendo. Tuve facilidad para publicar en los medios desde muy pronto y mantenerme en ellos de forma casi mágica. El primer sitio en el que publiqué, por ejemplo, fue en La Estafeta Literaria, del Ateneo de Madrid, aunque no recuerdo ni siquiera qué hice, porque no guardo ningún recorte. Y poco después empecé a colaborar con algunas de las revistas más avanzadas políticamente de la época.
¿Ya firmaba como OPS?
No recuerdo si los dibujos en La Estafeta Literaria iban bajo esa firma, pero los demás sí. Ese seudónimo está desde el principio, porque OPS pertenece a una época en la que todo eran siglas.  OPS era una sigla más.
A OPS corresponde un estilo más visceral, más crudo si lo comparamos con El Roto, quizás más sutil. ¿Qué significó OPS y qué pervive hoy de aquel primer desarrollo conceptual?




Viñeta de OPS. | www.elroto-rabago.com
Viñeta de OPS. | www.elroto-rabago.com
Depende. Creo que OPS también tenía una veta subterránea. Lo que sí hacía era mostrar de una forma más cruda ese territorio sumergido, oculto, pero yo creo que en ambos habita una cierta ternura detrás de una aparente brutalidad. De todos modos, no hay que perder de vista la época, ya que entonces el surrealismo aún tenía cierta vigencia, y ese lenguaje está presente en muchos trabajos de OPS. Aunque debo añadir que nunca he practicado las técnicas de pensamiento automático que caracterizaba a esa corriente. Yo creo que en ese momento había una mayor libertad para hacer cosas en medios no marginales, cosas que hoy probablemente no interesarían o serían apartadas.
Quisiéramos conocer su opinión sobre si debe haber límites en la sátira. Tenemos en mente casos muy controvertidos, tales como las publicaciones Charlie Hebdo en Francia o El Jueves en España, por mencionar sólo dos ejemplos.
No es un problema de la sátira, sino de los que la utilizan para crea problemas a su vez. Los casos que mencionas no tienen un contenido problemático en sí; son los que quieren usar ese contenido para sus agendas políticas los que hacen de eso un problema. Es decir, el problema no está en la sátira, sino en aquellos que atentan contra los dibujantes que hacen sátira. Eso hay que dejarlo bien claro. No podemos entrar a juzgar si esto o aquello se puede o no se puede. Es cierto que, primero, el límite de hasta dónde se quiere llegar lo marcan los directores de las publicaciones, pero considero que el dibujante debe ser libre para hacer aquello que crea que es útil o que tiene sentido. Luego podemos entrar a valorar si lo es o no, pero eso ya es otra cuestión. Pero si decidimos que lo que molesta a alguien concreto no se debe publicar, entonces no publicaríamos nada. Yo creo que el foco hay que ponerlo en los violentos, no en los dibujantes.
Bajo la firma de OPS, los dibujos no van acompañados de texto. Sin embargo, en El Roto los textos son parte fundamental de las viñetas. ¿Cómo se produce ese cambio y qué significó?
El nivel de OPS es más interno, está en el territorio de lo psicológico. Trabaja más con las emociones, con la parte más inconsciente del hombre, no la parte más elevada o profunda, sino algo más visceral. Es una especie de limpieza de fondos, de ver qué hay dentro, qué pulsiones hay dentro de cada uno de nosotros. Esa limpieza de fondos era útil, porque no era sólo necesaria para cada uno de nosotros -dado que yo considero que la totalidad de cada sociedad está en cada individuo-, sino que también era algo que la propia sociedad tenía que hacer. Es decir, que la sociedad española de esa época tenía una cantidad de basura y podredumbre acumulada a lo largo de décadas y décadas de franquismo que había que sacar a la luz, había que sacar fuera todo aquello que estaba oculto. Esa fue la labor de OPS y por ello algunas de sus imágenes eran bastante revulsivas para la época. Fue un trabajo esencial, muy importante para saber qué había más allá.
Una vez producida esa introspección y liberados todos esos fantasmas, había que salir a la calle y enfrentarse con lo que había fuera, que es lo que la propia sociedad en aquel momento realizó: empezaron las manifestaciones, las protestas… empezó la expresión libre de lo que estaba ahí larvándose. Esto ya correspondía a otro nivel mental, más superficial o externo. Y ese es el trabajo que ha realizado El Roto básicamente, intentar explicar qué hay ahí fuera y de esa manera ayudar a esa visibilidad de las cosas.

Hace unos años, en una entrevista para la revista Jot Down declaró: «Mi trabajo no busca un brillo propio, sino que siempre intenta ser útil socialmente». ¿Se puede decir que el objetivo de El Roto es concienciar al lector?
Más que concienciar, lo que busco es clarificar o ayudar a dar a luz lo que está ahí. Hago un trabajo un poco de partera, de ayudar a que salga a la luz o al menos alimentar algo que ya está vivo en el lector. Nunca he creído mucho en el término «creadores», ni siquiera para los aparentemente grandes creadores. Siempre trabajamos sobre algo que ya está ahí, con el material que se nos da, tanto interno como externo. Entonces, y sobre todo en épocas como la actual, en la que cada vez hay más medios que tienen como función introducir en el ser humano cosas que no están en él o manipular sus opiniones para beneficiar a los grandes poderes, creo que esa función de clarificar o sacar a la luz lo que está ahí es mucho más útil.
¿Cómo es el día a día en el trabajo de El Roto? ¿Tiene plena libertad para expresarse?
Siempre, la libertad es una de las premisas sobre las que se basa mi trabajo. Desde el principio cuando entro en cualquier medio, lo primero que pido es que no me den temas y que no me impidan tampoco tocar temas. Pero eso también está equilibrado con el ejercicio de la responsabilidad. Cuando estás en un medio público, sea cual sea, procuras ser educado, lo cual no te impide decir lo que tengas que decir, naturalmente.
En el día a día me baso en la prensa escrita, sigo creyendo en su función extraordinaria como testimonio de una época. Incluso cuando falsean, cuando mienten o cuando manipulan queda el testimonio de su manipulación, de su mentira. Todo está ahí escrito, es un documento. De la misma manera, creo en el dibujo físico como documento y no creo en el dibujo digital, que no deja testimonio.
Internet y las nuevas tecnologías han cambiado la forma en que se elabora, publica y difunde la información. ¿Han cambiado también su trabajo?


Viñeta de El Roto publicada por El País el 10 de enero de 2013.
Viñeta de El Roto publicada por El País el 10 de enero de 2013. | www.elroto-rabago.com
No, en lo básico sigo los mismos métodos. Siempre he trabajado con el medio-largo plazo, y la inmediatez excesiva de lo digital me ha alejado aún más de los hechos aparentemente inmediatos. Yo creo que ya ni siquiera los propios periódicos siguen lo que acaba de ocurrir, sino que ya empiezan a trabajar con otra dimensión temporal.
Lo que sí noto es la dificultad de la lectura en la pantalla; es mucho más fácil en papel y se fija mucho mejor en la memoria. Mi opinión sobre esto es que hay una voluntad de que desaparezca ese tipo de lectura, porque es útil para este sistema en el que estamos ya inmersos. Es útil que las mentes sean frágiles, que sean fácilmente manipulables y eso lo da mucho mejor ese tipo de lectura, rápidamente cambiante, que otro tipo de lectura que va construyendo edificios mentales mucho más sólidos. Esto no es casual. No es que sea un cambio tecnológico el que ha llevado a esto, sino que se aprovecha ese cambio tecnológico para llevarlo en la dirección más acorde con los intereses de los grandes poderes.
En 2011 publicaba su libro Viñetas para una crisis (Reservoir Books), en cuyo prólogo aseguraba que: «Es evidente que todos hemos participado de alguna manera en la creación del monstruo económico que nos devora». Cinco años después, ¿cree que hemos aprendido algo de todos estos años de crisis?
Yo creo que ya vemos con mucha más claridad de qué iba todo. Creo que ya todo el mundo tiene claro que más que una crisis, estamos ante una voladura controlada de un sistema que había dejado de interesar, ya sea por razones económicas, ideológicas o de pura maldad incluso. Detrás de todo ello hay una voluntad de dominio o de hegemonía por parte de un sistema de pensamiento que quiere ocupar la totalidad. No se conforman con que un área ya muy importante del mundo esté bajo su sistema de pensamiento, sino que quieren exportarlo a la totalidad. Y esto es solo una primera fase, las fases siguientes las iremos viendo.
En estos últimos años y muy especialmente con la crisis, algunas de sus viñetas se han convertido en un símbolo para los jóvenes, que pueden sentirse fácilmente identificados en los temas que aborda El Roto -el movimiento 15-M o la emigración, por ejemplo-. ¿Siente preocupación por la situación de los jóvenes tras la crisis?
Son de ese tipo de cosas que ni siquiera piensas, sino que surgen por sí mismas, y generalmente son las mejores. Ese tipo de cosas son las que más me gustaría poder hacer, no sólo mostrar lo que está mal sino las posibilidades de transformación que existen. Lo que tenemos enfrente es mucho más frágil de lo que aparenta, y sin embargo no tenemos conciencia de la fuerza que existe en cada uno de nosotros. Estoy convencido de que los jóvenes darán respuesta y probablemente será una respuesta fuerte, pero requiere mucha inteligencia y saber cómo canalizar toda esa inteligencia, esa voluntad y ese esfuerzo que está en ellos. No me gustaría hablar exclusivamente de los jóvenes sino más en general, porque inevitablemente tenemos que partir de cada uno de nosotros. Esa confianza tiene que partir de cada uno de nosotros y esa es la fuerza transformadora, no es una fuerza externa sino interna.
Hablemos de su obra pictórica. A grandes rasgos, la pintura de Rábago se caracteriza por su sencillez, tanto en el dibujo, que recuerda al de las viñetas, como la paleta de color, que es plana y muy vibrante. Hay un elemento de vanguardia y un elemento primitivo. ¿Qué motiva esta elección técnica?
Es el mismo sistema de pensamiento que utilizo para el dibujo: máxima sencillez y máxima expresividad o, dicho de otra manera, la huida de toda retórica. Todo aquello que enturbie o confunda lo elimino. Me parece deshonesto utilizar falsas complejidades; cuando lo que buscas es la claridad, es la luz, el utilizar ciertas ambigüedades me parece un contrasentido. El uso de colores potentes es porque quiero que tenga una alta vibración. En realidad, mi pintura se dirige a otros niveles de la consciencia. Mientras que OPS estaba en el inconsciente, El Roto está en lo consciente, Rábago pretende dirigirse a lo supraconsciente, lo que está más allá de nuestro nivel de consciencia o al menos esos pasos que estamos intentando dar hacia ese territorio, a pesar de que siempre habrá quien trate de cortocircuitarlo. He llegado a la conclusión que la revolución sin evolución es a la larga volver al punto de partida, si no hay evolución no hay posibilidad de revolución. Entonces, el primer paso es el nivel evolutivo, y es ahí donde se mueve Rábago, que va dejando constancia del caminar en esa dirección. De hecho, creo que parte de la incomprensión que puede haber respecto a la pintura de Rábago tiene que ver con eso, porque quizás la observación se hace desde un nivel de consciencia inadecuado.

Y la cuestión sobre la nota primitiva o primaria que late en los cuadros, lo puede comentar.
No es de extrañar que así lo veas, porque desde mis inicios tuve claro que la pintura que se hizo en el antiguo Egipto es la cima, es decir, no creo que se haya llegado mucho más lejos. Para mí, es la síntesis máxima de lo transcendente reflejado a través de la imaginería de lo conocido. Posteriormente, me empezó a interesar más la pintura tardomedieval del gótico primitivo, más que lo hecho en el Renacimiento, durante el cual empieza a haber un exceso de presencia del artista en detrimento de la propia obra.
¿Qué ha ocurrido con el arte más próximo a nosotros en el tiempo?
Creo que se ha perdido la conexión con el público y que se trata de recuperarla a través del espectáculo, o también, haciéndose más social o más política. Se intenta recuperar la conexión que el arte había perdido después de una deriva que al público no le interesaba, en la que predominaba la especulación y el juego formal carente, en muchos casos, de calidad y de contenido. Me parece fundamental recuperar esa conexión, aunque a través de otros medios.
Los temas que predominan están relacionados con la vida cotidiana, costumbristas hasta cierto punto.
Esa es una lectura errónea.  Utilizo un lenguaje metafórico en el que nada es lo que parece a primera vista. Tras una aparente sencillez y cotidianeidad existe todo un trasfondo metafísico al que se accede no por traducción sino por inmersión.
Eso explica el halo místico, la contención contemplativa o, como comenta, la sensación de exploración, de búsqueda que está presente en la obra de Rábago.
Sí, podríamos decir que es pintura religiosa, pero sin el recurso a los símbolos con que, por cultura, tendemos a identificar con la religión, porque eso sería Iglesia. Y no debemos confundir a los santos con la religión. Dicho de otro modo, creo que se trata de recuperar el concepto de lo sagrado que hemos perdido. Probablemente, el núcleo de nuestros problemas es la ausencia de lo sagrado en nuestras vidas. Te pongo un caso: lo animalistas, a los que respeto mucho, tienen dificultades para explicar el porqué de su postura cuando dicen que hay que respetar a los animales porque son seres vivos. Yo creo que la cuestión es que son más que seres vivos, creo que todas las formas de vida son sagradas y como tal deben ser respetadas. Hemos materializado todo de tal manera, que todo se ha convertido en mercancía y se ha perdido el sentido de lo sagrado. Si no recuperamos ese concepto tendremos problemas para contrarrestar ese avasallamiento por parte de la materia inerte.
Podríamos decir que ha habido una consagración de la mercancía…
Sin duda. La religión es el dinero. Eso es el sistema, pero no quiere decir que esa deba ser también nuestra vida, porque es algo externo a nosotros. Yo entiendo que somos creadores de lo real y que, por lo mismo, tenemos una gran responsabilidad en la configuración de lo visible.
Queremos preguntarle por algunos de los motivos habituales en la pintura de Rábago.
Hay dos temas fundamentales: la búsqueda de la luz y el trabajo del hombre. Y ambos temas son inherentes a la esencia de la pintura, que es trabajo con la luz. Es decir, que ese elemento está integrado dentro de la propia pintura, porque el pintor lo que hace es trabajar con la luz, con las distintas formas en que la luz se refleja. Así, en el arte pictórico el continente y el contenido viene a ser lo mismo, y es lo que le da más coherencia. ¿Y algunos de los motivos?  Tienen que ver con esta idea: las ventanas, el mismo cuadro es una; los espacios abiertos, que cada vez son más recurrentes, lo mismo que los lugares al aire libre, como los bosques, sitios donde se producen cosas… En fin, es una obra muy abierta, por eso me resulta más complicado hablar de ella, porque, así como con las viñetas lo tengo más claro, está se está aún haciendo.
Las viñetas son de digestión inmediata, pero la obra de Rábago requiere una digestión más lenta.
Creo que toda la pintura necesariamente requiere más tiempo. Mi idea es que entre, que penetre y luego que actúe. Por eso es que siempre la pintura de Rábago es aparentemente amable; quiere acercarse con amabilidad, porque atropelladamente es más complicado acceder al otro. Luego hay otra cosa: la pintura trabaja a largo plazo, tiene vocación de perdurabilidad y además ha demostrado ser capaz de atravesar el tiempo, incluso el que se cuenta por siglos. ¡Y cómo no confiar en un vehículo temporal tan poderoso! Estas son de las cosas que más me gustan de la pintura.
¿Cuáles son sus fuentes de inspiración de su pintura?
Es muy difícil. Casi todo lo que he aprendido lo he aprendido en los libros y en los museos, que son mis dos grandes aficiones. Pero es casi imposible darte nombres concretos, pero los grandes maestros siempre están ahí. De algunos he aprendido y otros, si no aprendido, al menos los he valorado. Pero se trata de influencias múltiples, más hoy en día, en que esas influencias te llegan de todas partes. Finalmente, pertenecemos a una cultura, somos un punto dentro de una larga tradición, por eso, aunque te guste la pintura oriental, por poner un ejemplo, resulta muy complicado expresarse en un lenguaje que no te es propio aun pudiendo valorarlo. Más cuando nuestra tradición cultural es tan poderosa y su lenguaje y símbolos han atravesado el tiempo y hoy siguen muy vivos.
Para terminar, querríamos conocer su opinión sobre otras formas de expresión artística. Pensamos en casos como la publicidad, en si hay una parte salvable desde el punto de vista estético.
La publicidad es insalvable. De hecho, creo que cualquier artista que entre, aunque sea mínimamente, en el territorio de la publicidad habrá perdido una parte de su alma, quedando inutilizada para otros fines más nobles. La publicidad lo corrompe todo, destruye todo lo que toca. No deja de ser una prostitución y una mentira.
¿Y el graffiti?
No soy partidario del graffiti porque para mí resulta una forma de imposición a todo el que pasa por allí. Dicho esto, debo añadir que tampoco soy partidario de los anuncios en las calles o en los espacios públicos, que me parecen igualmente una imposición muy molesta, un modo de contaminación visual. El espacio público debe ser preservado lo más posible como lugar de encuentro y meditación.

Estos contenidos son fruto de la colaboración entre eldiario.es Cantabria y la Revista Amberes, una publicación que se centra en temas relacionados con la cultura y pone el foco en la literatura, el cine, la historia, la filosofía, la música, el arte, la tecnología, la ilustración o el cómic, entre otros asuntos. Si quieres leer más informaciones de este tipo, puedes visitar www.amberesrevista.com.
La entrevista está realizada por Keruin P. Martínez, Eduardo García Escudero y Mario González-Linares.

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