jueves, 7 de mayo de 2015

Sánchez-Ostiz: “Quitarle la esperanza a alguien que la tiene es una canallada”

Pamiela acaba de publicar ‘A trancas y barrancas’, el dietario en el que el escritor pamplonés repasa los acontecimientos políticos y sociales del año pasado. ANA OLIVEIRA LIZARRIBAR | JAVIER BERGASA - 3 Marzo 2015
PAMPLONA - A esa parte de la sociedad que “está hasta los cojones”, que “lo ha perdido todo” y que “padece los abusos sociales, políticos y económicos”. Es a ese segmento, muy amplio por otra parte, al que Miguel Sánchez-Ostiz dirige su nuevo dietario, A trancas y barrancas, en el que da testimonio de los hechos más significativos del año pasado. Hechos que “siguen y empeoran”, dice, porque a quien le parezca que sus últimos trabajos se asemejan les responde que no es que se repita, “lo que se repiten son los hechos, las situaciones”. Y aunque la mayoría de ellas son malas, el escritor deja espacio a la esperanza de que las cosas pueden cambiar. “El derrotismo es colaborar con la derecha o con un estado de cosas; no se le puede quitar la esperanza a quien la tiene, eso es una canallada”, afirma.
Editado por Pamiela, este volumen sigue la fórmula del dietario que inició hace unos años y aun más atrás, hace un cuarto de siglo, aunque entonces escribía un diario “más privado” y últimamente “se ha convertido en una crónica del día a día que vivimos todos”. Sobre todo “los que no votamos al Partido Popular, porque por lo visto hay algunos que ni sienten ni padecen lo que otra parte de la sociedad padece de una manera seria y grave”, y pone el ejemplo de la persona que la semana pasada fue desahuciada de su casa de Barcelona y a los días le multaron por dormir en la calle. “Hay una parte de la sociedad que es completamente ajena a hechos como este”, añade.
Escrita “casi a ritmo de noticia”, los lectores “van a reconocer perfectamente las distintas entradas” del libro. Así, aparecen comentarios sobre las polémicas actuaciones de los cuerpos policiales, la podredumbre moral que asola las altas instancias políticas, sociales y económicas, la reacción ciudadana, la pobreza creciente, la memoria histórica, las redes sociales... Por supuesto, no están todos, “hacer una crónica minuciosa es imposible”, pero ahí están las hemerotecas. “Quien abusa sabe que un día sale en primera plana y al día siguiente desaparece y es sustituido por otro empujón; lo que hoy es un hecho dramático el paso del tiempo no lo pone en su lugar, al revés, le otorga una cierta impunidad y de esa impunidad hay que rescatar también los empujones. Quizá sea esa una de las funciones que yo veo en mi escritura”, defiende Sánchez-Ostiz, que no se siente “ni con ganas ni con fuerzas” de escribir solo sobre mundos literarios, películas, etcétera, ya que, como escritor, “no veo la manera de obviar toda esa parte, que es la nuestra, que nos complica la vida cada día”.
SACUDIMIENTO DE MENTECATOS ¿Para qué sirve la literatura? Es una pregunta que se hizo a sí mismo Juan Goytisolo y que Sánchez-Ostiz rescata en estas páginas y responde, a su vez, a petición de los periodistas. “La literatura puede dar testimonio, intentar que el fuego de la indignación no se apague”. Aparte de eso, el autor duda de que sirva “para sacudimiento de mentecatos, como decía Torres Villarroel cuando hablaba de las visitas a la corte con Quevedo”, es decir, “que quizá sacuda alguna conciencia, pero pocas, no me engaño con eso”. Más que nada, se trata de “aportar un grano de arena, no más, en lo que es la indignación, pero también en la esperanza del cambio”. Porque ser negativo permanentemente “es muy fácil”, “podemos pasarnos la vida diciendo que todo es una puta mierda y que no hay salida, cuando la realidad es que no todo es así y que, si miramos bien, en los medios de comunicación encontramos casos de ejemplar coraje humano, y hay que destacarlos”.
En ese sentido, en este volumen “se habla a menudo de no dejarse llevar por el pesimismo, por la riada de los días”, indica Sánchez-Ostiz, que, en efecto, ve “con esperanza” que el cambio es posible en Navarra, aunque en España los partidos dominantes están intentando trasladar “su miedo a perder el poder” a los ciudadanos. Tanto es así, que “me temo que puedan vender un plan de salvación nacional, incluso llamándolo así, con auténtica desfachatez”. De todos modos, “igual me equivoco y se produce un golpe social brutal”, desea, y cree que ha llegado el momento de los jóvenes de las formaciones emergentes. “Hasta ahora han estado invisibilizados y de pronto pueden adquirir visibilidad a través de las urnas, con otra forma de entender la realidad, la vida, la política, y eso sí sería cambiar las cosas”.
LA IZQUIERDA DEL COMPADREO También las caras y las actitudes de la izquierda deben ser otras, según el escritor, decepcionado porque los partidos de esa franja “no han sido suficientemente opositores con la derecha”. “Hay un cierto compadreo entre los partidos del arco parlamentario, se comportan como si fueran miembros de un consejo de administración, todos se llevan bien y las cosas no son así, eso no representa a la ciudadanía”. Y cuenta que le llamó mucho la atención el modo en que Maiorga Ramirez dio la mano a Enrique Goñi (CAN) a la entrada de la Cámara, “como si fueran amigos que van a jugar a mus; luego se quejan de que no les aportan documentación, ¡normal!”. “La oposición de la izquierda debería haber sido mucho más firme en lo social y en lo privado; dejar claro que no todos estamos en el mismo barco”, señala el autor, que, a diferencia del poeta Luis García Montero, precandidato de IU a la Comunidad de Madrid, no se ve en la política activa. Salvo que “me aseguren una latica de mejillones en escabeche cada día y para el resto de mi vida”, ironiza, aunque no le importaría soltarles esta broma a los parlamentarios y/o diputados, “y mandarles a la mierda, como hizo Labordeta”, porque no merecen otra cosa “para devolverles la falta de respeto y de consideración que nos tienen”. Aparte de eso, “yo no pinto nada en política”, lo que no se contradice en absoluto con su creencia en que “la participación política es algo muy serio”, y en que el cambio “debe venir desde abajo”.
PERSONAJES INSÓLITOS De todos los personajes a los que se refiere en el libro, hay uno que se lleva la palma: el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, “al que en su pueblo llaman escachapuertas”. “El tipo dijo ‘si recorto libertades, dimito’, y como la de expresión y de manifestación no le parecen libertades, las recorta y no pasa nada”, apunta Sánchez-Ostiz, “asombrado” por el “grado de aceptación social” de este ministro.
Pero no todo es crónica política en este dietario. El escritor también deja espacio para hablar de películas vistas, libros leídos, viajes... “Parte de la ciudadanía a la que me dirijo necesita esperanza y no dejarse vencer por las circunstancias, sino vivir a pesar de ellas”. Con este otro tono, el autor intenta “contagiar el gozo por lo inmediato, por lo que está en nuestras manos, para no vernos derrotados ante la situación pavorosa que nos infligen el poder político y el poder social”.

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